
Desde la mirada transpersonal, el miedo no es simplemente un obstáculo a superar; es una señal que nos invita a profundizar en nosotros mismos. Representa tanto nuestra vulnerabilidad como nuestra potencia latente.
El miedo despierta a esa parte de nosotros que busca protegernos, aferrándose a lo conocido. Pero detrás de esa protección aparente, el miedo con su achicamiento se contrapone con nuestro deseo de trascender, de expandirnos hacia algo más grande.
Cuando nos enfrentamos al miedo con conciencia, en lugar de reprimirlo o evitarnos sentirlo, podemos explorar las capas que lo sostienen:
♦️ En el cuerpo, el miedo se siente como tensión, endurecimiento o parálisis. Habitar esa sensación con presencia nos ayuda a desbloquearla.
♦️ En la emoción, nos conecta con heridas pasadas o necesidades insatisfechas. Al reconocerlas, podemos integrarlas.
♦️ En la mente, genera historias de control y catástrofe. Al observarlas sin juzgar, podemos desidentificarnos de ellas.
♦️ En el espíritu, nos invita a confiar en lo desconocido, a entregarnos a la experiencia de algo más grande que el yo.
El miedo es una invitación a crecer. En lugar de alejarnos de él, podemos verlo como una guía que nos muestra dónde no estamos confiando plenamente, dónde aún hay luz por descubrir.
Comments