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Meditación de la Presencia

La meditación de la presencia nos invita a soltar la ocupación mental habitual, para tomar conciencia de lo que los sentidos nos dicen y lo que el cuerpo expresa, prestando atención a todo lo que conforma el momento.



Entonces aparece la sensación de espacio que va profundizándose en la medida en que nos sostenemos ahí, escuchando y observando. Permitimos que los pensamientos vengan y se vayan, y que las emociones se muevan, mientras seguimos con nuestra atención puesta en esa sensación de ampliación de nosotros mismos. ¡¡¡Permanecemos siendo!!!


Y si seguimos dándonos ese permiso, llegamos a la sensación de que los límites de nuestro cuerpo desaparecen, que el movimiento de pensamientos y emociones se apacigua y que simplemente quedamos ahí en una quietud profunda, en el absoluto aquí y ahora.


Nos vamos absorbiendo en la totalidad.

Cuando el mundo físico deja de ser lo único que existe y empezamos a darle lugar a las percepciones sutiles, convirtiendo a todo lo que surge en objeto de nuestra observación, participamos de la toda esa experiencia pero no separándonos de nada.


Así vamos viviendo el dejar de juzgar y surge realmente la posibilidad de ser compasivos y sostenernos abiertos, receptivos y empáticos frente a lo que sea que suceda.


En la medida que lo vamos repitiendo, esta posibilidad de ser conscientes en múltiples dimensiones va volviéndose cada vez más un estado coherente que podemos sostener en más momentos, una presencia siempre presente.

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